FUENTE: Diario La Voz
La suspensión de una muestra en el Paseo del Buen Pastor, anunciada de manera oficial como parte de las actividades por el Día de la Mujer, fue justificada por Pablo Canedo en vista del supuesto carácter "ofensivo" de imágenes y consignas. El titular de la Agencia Córdoba Cultura explicó que la exposición fue cancelada porque, "para un espacio público, (los afiches) son marcadamente ofensivos para algunas creencias". "Yo voté a favor de la ley igualitaria, pero esto es otra cosa", añadió.
"Dijimos no a la censura de contenido". Así tomaron posición los artistas Sofía Chaij y Juan Manuel Burgos en la carta con la que denuncian una serie de maltratos y dan su visión sobre la cancelación de la muestra "Inapropiada/inapropiable", que debía inaugurar hoy en el Buen Pastor pero fue dada de baja a último momento por decisión de las autoridades de ese espacio, que depende de la Provincia.
La muestra suspendida, definida por Chaij y Burgos como un proyecto estético y político, abordaba temáticas como el aborto, la prostitución y los estereotipos de género, y cuestionaba con dureza el machismo, diversas formas de explotación sexual y persecuciones. Para ello los artistas recreaban panfletos y grafitis con leyendas como "Basta de sotanas persiguiendo a las lesbianas", y otras consignas frecuentes en las marchas del orgullo gay y la diversidad.
Burgos le dijo el martes a este diario que Sonia Leavy, funcionaria a cargo de las exposiciones en el Paseo del Buen Pastor, no le permitió terminar el montaje ya iniciado de la muestra, preocupada por algunos contenidos que podrían resultar ofensivos. Desde el Paseo del Buen Pastor se comunicó que la suspensión se debía a la falta de acuerdo entre los artistas y la curaduría en la etapa final del montaje.
Canedo señaló que la muestra incluía "cosas muy jodidas", y que los artistas "incluyeron material que no habían acordado antes".
Sin embargo, Chaij y Burgos afirman que presentaron el proyecto curatorial en diciembre junto con el flyer de difusión que acompañaría la muestra, el cual explicitaba su carácter "contestatario" y "revulsivo". Según describen los propios artistas, el flyer de difusión es "un collage obsceno y una serie de insultos reapropiados", como "barriobajera", "sudaca", "abortista" y "matamacho". Todo, aseguran, había sido aprobado por Sonia Leavy y por Marcos Díaz, director del Paseo.
Ni Sonia Leavy ni Marcos Díaz respondieron a las consultas de VOS.
En pleno montaje
Chaij y Burgos relatan que iniciaron el montaje el día 1 de marzo y que lo prosiguieron pese a "la hostilidad que recibimos en el trato de los guardias encargados de cuidar sala, administrativos, secretarios y de las mujeres encargadas de la limpieza".
"A la mañana siguiente -prosiguen los artistas- recibimos un llamado de Sonia Leavy en el que nos decía que aunque no había tenido tiempo de ver todo lo que estaba montado, le había parecido muy burdo lo que vio, especialmente un cartel dorado que anunciaba ‘Y Dios creó a travestis y lesbianas. Amén'. Nos dijo que el director del museo estaba ‘asustado por la muestra', que los católicos fundamentalistas ‘iban a destrozar el lugar', que nos iban a echar a nosotros y a ella inclusive si eso se exponía tal cual estaba". Según la carta, Leavy se justificó diciendo que el Paseo "es un espacio visitado por ‘La Familia' y por ‘niños', que debíamos pensar también en eso".
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Caballo de Troya
Por Demian Orosz
Ofensa, rencor, vergüenza. Los motivos para cuestionar las expresiones artísticas son potencialmente infinitos. Hay quienes se sienten insultados, vulnerados o provocados por ciertos contenidos, más allá de que en algunos casos se busque generar una reacción. Posiblemente no exista una pieza de arte que no pueda, llegado el caso, resultar molesta para alguien, pero el cóctel que combina referencias a la sexualidad con afrentas a la religión (en particular, a la fe católica) tiene asegurado su carácter explosivo.
Lo que suele activar esa mezcla podría explicar en parte la decisión de cancelar la muestra “Inapropiada/inapropiable”. Sin duda, buena parte de las consignas que el público iba a encontrar (por ejemplo, “Iglesia fiola, me condena y me viola”) garantizaban polémica, escándalo y también el repudio de parte de grupos que verían ofendidas su confesión o sensibilidad. De ningún modo se puede pasar por alto ni subestimar lo que el arte confirma o lastima en las personas. Lo que resulta incomprensible es que, si se gestiona un espacio artístico, se le pida al arte que desactive lo mejor de su ADN: ser cualquier cosa, menos inofensivo.
El temor a que los ofendidos puedan tomar represalias tampoco puede decidir la suspensión de un proyecto, incluso si existen antecedentes como los hechos de vandalismo que sufrieron la muestra “Navidad, 10 artistas, 10 miradas”, atacada por fanáticos en diciembre de 2004, o la exposición de Alfonso Barbieri que el mismo grupo destruyó en 2007 en el Centro Cultural España Córdoba.
Pero lo más llamativo es que los responsables del espacio ignoraran parcialmente el contenido de la muestra. Parece un nuevo episodio de lo que podría llamarse el efecto “Caballo de Troya”: el juguete de madera se revela como máquina de guerra. Nadie que le hubiera pegado una mirada al proyecto de Sofía Chaij y Juan Manuel Burgos dudaría de que se trataba de un artefacto político provocador destinado a proseguir una lucha por otros medios.
Moraleja: una visión ingenua del arte como cosa “sana” e inocua y una política cultural improvisada no harán más que seguir generando papelones y hechos de censura.